Fiebre Cripto
“Una consulta, ¿vendés bitcoin? Mi hijo quiere comprar“, pregunta una inversora a su asesor financiero. La obsesión con las criptomonedas atrapa incluso a quienes probablemente nunca hayan invertido más allá de un plazo fijo.
Las 5.300 criptomonendas que actualmente existen alcanzan un valor de mercado de U$S 2 billones. Impresionante desempeño considerando los escasos 12 años desde el lanzamiento del bitcoin. Muy lejano sin embargo a los U$S 37 billones de valor de mercado de las 500 empresas que componen el índice americano S&P.
“Me preocupa que los chicos no quieren trabajar. Sólo están pensando en hacer plata rápido y fácil”, reflexionaba el número 1 de una importante empresa agropecuaria local en una charla a empresarios. La creciente fiebre bitcoin ha llevado a muchos nuevos inversores a adentrarse en criptomonedas.
Iniciarse en el mundo financiero operando en mercados alcistas produce un sesgo de confirmación. El famoso “qué bueno que soy” lleva a personas sin formación ni autorización incluso a animarse a administrar fondos de terceros.
El Caso de Ozono Merval
Durante el último mes, tomó notable relevancia en el mundo “twittero” el caso de “Ozono Merval”. Famoso por realizar recomendaciones sobre activos financieros, ganó una cantidad notable de seguidores. Eso lo llevó a ofrecer (y cobrar) por un servicio a suscriptores con “alertas” y a recaudar dinero en un fondo de inversiones cripto.
En una entrevista por él otorgada, “Ozono” aclara que la actividad financiera no es su actividad principal, sino que se dedica al negocio inmobiliario. De esta forma planea devolver los U$S 70.000 de inversores que se esfumaron en 6 días producto de su nivel de apalancamiento (25 veces) operando en criptodivisas. ¡Ouch!
La fiebre cripto lleva a personas sin idoneidad a captar fondos de inversores obsesionados con el dinero fácil y rápido. Lo que pocos advierten es que mientras más alta sea la rentabilidad esperada, lo es el riesgo también.
Riesgos versus fraude
¿Las criptomonedas son entonces una estafa? Por supuesto que no. A pesar de tener una fuerte resistencia inicial en el sector financiero tradicional, hoy el Banco Morgan Stanley se jacta de ser la primera institución financiera en ofrecer estos activos a sus clientes. La misma institución que tan solo 5 años atrás advirtió que el valor del bitcoin podría ser cero.
Probablemente el blockckchain, la tecnología detrás de las criptomonedas, sea una de las más disruptivas de los últimos tiempos. Una de sus primeras aplicaciones, el bitcoin, toca intereses dentro del sistema financiero tradicional.
Los bancos, responsables de canalizar el ahorro a la inversión, obtienen retornos producto de “unir” oferentes y demandantes de dinero. Las criptomonedas vinieron a romper ese esquema planteando un sistema de desintermediación, eliminando y redefiniendo roles, como el de los bancos. Obsoletos, caros y burocráticos, cada vez más amenazados por el mundo Fintech. La revolución recién está empezando.
Más allá del Bitcoin
Surgido en 2009 como un medio de pagos descentralizado, el bitcoin fue la primera aplicación de la revolucionaria tecnología blockchain. La cadena de bloques registra todas las transacciones realizadas, cuya validación y mantenimiento se hace de forma completamente descentralizada. Cada usuario que integra el sistema contribuye a mantenerlo y a darle seguridad. Transparencia, almacenamiento de gran cantidad de información y la posibilidad de automatizar procesos disminuyendo intermediarios y costos, hacen que esta tecnología tenga una amplia gama de aplicaciones. El comercio internacional es uno de ellos.
El comercio internacional ha experimentado en el último año una fuerte volatilidad. La crisis sanitaria detonada por el coronavirus detuvo la producción cortando la cadena de suministro. La recuperación de la economía, con Estados Unidos creciendo a una velocidad 3 veces la habitual, ha producido una vorágine de compras de la primera potencia mundial para poder abastecer esa demanda. ¿Qué impacto tiene sobre la economía real y cómo aprovecharlo?
Flete marítimo: el gran ganador
“Te puedo asegurar que el flete aumentó. En julio del año pasado un contendor de 40 pies estaba en U$S 500. Hoy está en U$S 10.000 y no hay espacio. Es un tema de oferta y demanda. Con la pandemia sacaron servicios y buques marítimos. Las líneas marítimas no están aumentando capacidad porque están ganando fortunas. Todos los buques en China están explotados. En una semana toda la tripulación se contagia de Covid y los buques quedan parados cumpliendo la cuarentena. Por eso se aprovechan con los precios”, narraba una operadora de comercio exterior contando la locura que está viviendo el sector.
El 90% del comercio internacional se realiza por medio de fletes marítimos, siendo los containers una forma de agilizar y abaratar el proceso de carga y descarga. Ello explica por qué la acción de empresas propietarias de contenedores como la griega Danaos Corporation, trepó en el último año “tan solo” un 1375%. Esto ocurría mientras todos se desesperaban por operar bitcoin, que subió “solo” un 324%.
La innovación surgirá permanentemente para derribar viejos paradigmas, pero la vieja teoría del valor sigue estando presente en cualquier decisión de inversión. Que la fiebre bitcoin no lo tape. Aún pueden hacerse muchos y muy buenos negocios con inversiones más tradicionales acorde a perfiles más conservadores.